miércoles, 24 de octubre de 2012

Glosario de conceptos

      En las fases previas, ya habíamos realizado una primera conceptualización de algunos de los términos más relevantes de esta investigación, no obstante, pasaremos ahora a definir con mayor detenimiento y precisión aquéllos que consideramos los términos centrales para poder seguir adelante con el proyecto:

1) Pornografía.
      El término de pornografía procede del griego πορνογραφíα (porne, "prostituta" y grafía, "descripción"). Por tanto, en sentido estricto designa la descripción de las prostitutas y, por extensión, de las actividades propias de su trabajo. Actualmente se entiende por pornografía todos aquellos materiales, imágenes o reproducciones que recogen actos sexuales con el fin de provocar la excitación sexual del receptor. La definición de Preciado (2008, 179-180) es completamente explícita en este sentido; pornografía para ella es "un dispositivo virtual (literario, audiovisual, cibernético) masturbatorio. [...] es teletecnomasturbación".
      La RAE define pornografía como "el carácter obsceno de las obras literarias o artísticas", es decir, todo lo que ofenda al pudor y se represente artísticamente. Esta definición, obviamente, delata una óptica del fenómeno desde la moralidad judeo-cristiana ya que fue precisamente con el surgimiento del Cristianismo con lo que las manifestaciones gráficas de la sexualidad se convirtieron en un tabú, cosa que no ocurría ni ocurre en otras culturas y sociedades.
      La pornografía, tal como la conocemos hoy en día, surgió con la aparición de la fotografía. La invención del cinematógrafo amplió aún más la producción de pornografía, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial. En este proceso de universalización del acceso a la pornografía se alcanza el punto álgido con la expansión de Internet dentro de los hogares particulares, fenómeno que marca un antes y un después, contribuyendo así a una nueva mutación del fenómeno.

2) Postporno.
      La expresión “post-pornografía” fue empleada por primera vez por Wink van Kempen (en Annie Sprinkle, 1990, Postporn Modernist. My 25 Years as a Multimedia Whore), y con ella intentaba describir un tipo de producción audiovisual que contenía elementos pornográficos, pero cuyo objetivo no era masturbatorio sino político, crítico o humorístico. Preciado (2008: 182) señala que se trata de “inventar otras formas públicas, compartidas, colectivas y copyleft de sexualidad que superen el estrecho marco de la representación pornográfica dominante y el consumo sexual normalizado”. En las representaciones postpornográficas además tiene lugar una inversión epistemológica: toman el papel protagonista los que hasta ahora habían sido el sujeto pasivo de las representaciones (“mujeres”, “putas”, “maricas y bolleras”, “perversos”, etc.), cuestionando así los códigos dominantes en referencia a las prácticas sexuales.

3) Parafilias.
      El término parafilia proviene de la unión de los términos griegos: “para”, al margen de, y “filia”, amor. Parafilia es el nombre que aporta la sexología del siglo XX a lo que anteriormente se denominaba perversión o desviación sexual. Se evita así con este nuevo término las connotaciones negativas de estos dos últimos términos. No obstante, si observamos la definición que ofrece la RAE de este término, ésta sigue ajustándose a esa visión clásica: “desviación sexual”. La definición que ofrece María Moliner sí que es más cercana al concepto de parafilia que nosotros manejaremos: “patrón de comportamiento sexual en el que la fuente predominante de placer no se encuentra en la cópula […]. Las parafilias se consideran inocuas —y, de hecho, de acuerdo a algunas teorías psicológicas son parte integral de la psique normal— salvo cuando están dirigidas a un objeto potencialmente peligroso, dañino para el sujeto o para otros, o cuando impiden el funcionamiento sexual normal”. En definitiva, las parafilias son definidas por los psiquiatras y psicólogos como aquellos comportamientos sexuales alejados de la norma social.
      El DSM IV (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fourth Edition) distingue dos modalidades de parafilia: “Presencia de repetidas e intensas fantasías sexuales de tipo excitatorio, de impulsos o de comportamientos sexuales que por lo general engloban objetos no humanos, el sufrimiento o la humillación de uno mismo o de la pareja, o la presencia de niños u otras personas que no consienten; y que se presentan durante un período de al menos 6 meses (MODALIDAD A). El comportamiento, los impulsos sexuales o fantasías que provocan malestar clínico significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo (MODALIDAD B)”. Las parafilias que se incluyen en este manual recogen una amplia gama de comportamientos sexuales, entre ellos: el exhibicionismos, el fetichismo, la pedofilia, el sadomasoquismo, el travestismo, la coprofilia, la urofilia, la necrofilia, la zoofilia y el voyeurismo. Nosotros manejaremos una definición cercana a la de la modalidad A, no obstante, nos pareció muy ilustrativa la definición que hace del concepto este manual y las prácticas que en él se incluyen.

4) Heteronormalidad.
      Concepto que hace referencia “al conjunto de las relaciones de poder por medio del cual la sexualidad se normaliza y se reglamenta en nuestra cultura y las relaciones heterosexuales idealizadas se institucionalizan y se equiparan con lo que significa ser humano” (tomado de Warner, M. (1991). Fear of a Queer Planet).
      La heteronormatividad no sólo implica un prejuicio contra la homosexualidad, sino que trata de identificar el conjunto de normas sociales que sirven para construir una sexualidad idealizada. Esto incluye no sólo la orientación sexual sino también cuestiones de raza, clase, género y prácticas sexuales. La sexualidad tal y como la conocemos no es producto de la homofobia sino de un cúmulo de regímenes normalizados (racismo, sexismo, clasismo, discursos normalizados sobre las prácticas sexuales) que sirven para definir y constreñir qué tipos de sexualidades son apropiadas y cuáles no. La heterosexualidad es un régimen político que contiene un pensamiento ideológico (“straight”, hetero). De esta forma, hombre y mujeres son categorías públicas.
      La heteronormatividad es un proceso por el cual las instituciones y las políticas sociales refuerzan la idea o creencia de que los seres humanos están divididos en dos categorías distintas. La descripción de una institución como heteronormativa viene dada por la aceptación de las normas visibles u ocultas, algunas de las cuales son vistas como normales para los hombres y otras normales para mujeres. Los individuos que no se ajustan a este sistema o que rechacen pertenecer al mismo son callados o invisibilizados.

5) Biopoder.
      Biopoder es un concepto inicialmente acuñado por Michel Foucault pero posteriormente ampliado con aportaciones de otros autores como Agamben, Virno, Fumagalli o Negri. El concepto lo que señala es la nueva dinámica con que opera el capitalismo. A diferencia del capitalismo clásico que se limitaba a explotar la relación capital-trabajo, la nueva forma capitalista (llámese ultracapitalismo, capitalismo postfordista, capitalismo cognitivo,…) lo que explota es la vida en todas sus dimensiones: el ocio, los afectos, la cultura, la sexualidad,… De modo que la división que existía entre lo personal y lo político se ha desdibujado.
      El biopoder es una forma de explotación holística, proyectada a extraer pluvalor de todas las esferas de la vida humana, incluida la esfera sexual. Como respuesta a esto, algunos movimientos sociales, entre ellos los vinculados al postporno, han devenido en “biopolíticos”, esto es, sus estrategias no se dirigen a la esfera laboral sino que, por el contrario, se trata de estrategias trasversales que afectan a la vida en su conjunto.

jueves, 18 de octubre de 2012

¿Porno-terrorismo o vídeo-arte?


Desde el advenimiento de Internet, el mundo de la pornografía ha experimentado una extensión sin precedentes. Ya previamente tuvo lugar una primera oleada de este fenómeno con la aparición y difusión de las primeras tecnologías de la imagen (fotografía, vídeo, televisión,...) que permitieron, por primera vez en la historia, el poder disociar la visualización de la práctica de sexo de su realización física en el mismo instante. Hasta la aparición de las tecnologías de la imagen, resultaba imposible desvincular la realización de una práctica sexual de su recepción por parte de los propios practicantes o de terceros. Las tecnologías permitieron esa escisión que, con la aparición de Internet, aumentó su difusión hasta el punto de lograr un carácter ubicuo: potencialmente el sexo aparece allí donde haya una pantalla y conexión a la red.

Por parafilias se entienden "patrones sociales de comportamiento sexual"; se trata de un término históricamente asociado a lo que se ha venido denominando "patrones desviados" o sencillamente "desviaciones sexuales", esto es: voyeurismo, fetichismo, sadomasoquismo, zoofilia, etc. Un término, el de desviación, cargado inherentemente de una tono peyorativo, que "parafilia" trata de eliminar. El problema que supondría enfocar el fenómeno desde la perspectiva de la desviación es que dicho fenómeno sería apriorísticamente entendido como un problema, lo cual constituye para nosotros una gran limitación. Ante eso, hemos optado por abordar la cuestión desde el concepto de parafilia precisamente para hacerlo de la manera más neutra, sin considerar esos patrones sexuales mencionados, por sí mismo, como una desviación o problema.

El concepto de postporno rompe con la pornografía tradicional-convencional. Se trata de un término que no hace referencia tanto a un fenómeno como a un movimiento reivindicativo que tiene sus raíces en una vertiente del feminismo. Hacia finales de los años 70 del s. XX, existía un rechazo más o menos generalizado por parte del feminismo hacia el fenómeno de la pornografía, el cual era considerado una extensión más del patriarcado y del discurso heterosexista dominante, un fenómeno de una enorme “violencia simbólica”. Robin Morgan afirmó que “la pornografía es la teoría, la violación es la práctica” (citado en Rubio, 2007a); desde el movimiento se busca la censura de un fenómeno que consideran discriminatorio para ellas.

Esta visión dominante resulta contestada desde dentro del propio movimiento por otros sectores que llevan a cabo una reinterpretación del fenómeno pornográfico. Beatriz Preciado (2008) afirma contestando al feminismo de corte marxista clásico que el mejor antídoto contra la pornografía no es la censura sino las representaciones alternativas de la sexualidad. El postporno, por tanto, constituye ante todo una reconceptualización del fenómeno pornográfico con una crítica subversiva implícita. María Llopis (véase su blog) sostiene que “post-porno consiste en la representación de las sexualidades alternativas, es salirse de la industria”. Como vemos, se trata de una nueva estética feminista y subversiva que elabora creaciones donde se aborda la sexualidad de un nuevo modo. En todas esas creaciones subyace un discurso que trata de romper con el discurso hegemónico de representación de la sexualidad, el discurso “heteronormativo”. Este discurso, como resulta observable, conserva la esencia del feminismo clásico, la idea de que “lo personal es político”. Aquí adjuntamos una de esas creaciones donde podemos observar qué es el postporno:


Una vez dicho, nuestra pretensión antes de seguir adelante es articular los dos conceptos sobre los que se sostiene nuestro blogg: parafilias y postporno. Como hemos podido ya observar en el vídeo Oh-Kaña, muchas de las prácticas que son consideradas parafílicas son reproducidas por las manifestaciones postpornográficas, no obstante, a diferencia de las reproduciones pornográficas convencionales donde tienen como fin la excitación, éstas aparecen bajo una óptica y con una intencionalidad diferente:




El equipo que va a llevar a cabo la investigación estará compuesto por tres alumnos de Sociología (Carolina, Raúl y José Luis) con un objetivo de corte kantiano-iluminista: esclarecer, arrojar luz, sobre un fenómeno en penumbra. Contamos con una serie de perspectivas diferentes desde las que abordar el fenómeno y que intentaremos conciliar para lograr conclusiones más sólidas. Entre dichos enfoques están: uno más materialista y focalizado en la relación del fenómeno con el contexto infraestructural en donde se enmarca; otro analizará el fenómeno como hecho cultural, en su evolución propia, entendido como un fenómeno que cuenta con cierta autonomía; un tercer enfoque lo abordará desde una perspectiva más empírica, basada en la observación, análisis-síntesis y comparación con las teorías explotadas en los otros dos enfoques. Así planteado, el trabajo se dividirá dependiendo de las capacidades y del bagaje de cada componente, explotando las habilidades de cada uno del modo más eficiente.

DESCRIPCIÓN Y JUSTIFICACIÓN
Como venimos diciendo, las tecnologías de la imagen en general, e Internet en particular, han supuesto la constitución de la base material sobre la que las prácticas parafílicas se han desarrollado y extendido de una manera substancial. Esta cuestión suscita no pocas preguntas: en primer lugar, ¿a qué responde esa extensión? Obviamente, si aparece una oferta de este tipo de producto es porque existe una demanda previa del mismo pero, ¿a qué responde esa demanda?, ¿se trata de una necesidad humana, biológica, antropológica o, por el contrario, su difusión es fruto de la consolidación de lo que Rifkin en su obra La era del acceso denomina "hombre proteico", esto es, un hombre postmoderno más concentrado en la acumulación de experiencias que de bienes? En definitiva, ¿esa visualización de prácticas parafílicas es propia de un tipo concreto de hombre como constructo cultural que exclusivamente tiene cabida en la sociedad de consumo, o se trata de una pulsión humana mucho más profunda? Por otro lado, ¿son todas las parafilias conductas aceptables?, ¿son todas ellas desviadas?,... ¿Dónde comienzan aquellas aceptables y dónde terminan aquéllas que pueden ser potencialmente condenadas? Éstos constituyen algunos de los dilemas a que trataremos de dar respuestas en esta investigación.

Aunque en nuestro caso concreto se aborde como fenómeno, la pornografía lleva constituyendo una problemática en sí misma, como cualquier fenómeno vinculado a la sexualidad humana, desde tiempos remotos en tanto que se ven involucradas cuestiones tanto morales como religiosas. Objeto de debate, polémica, vulneración de derechos,... el porno difícilmente ha pasado alguna vez desapercibido. El feminismo es uno de los movimientos más involucrados en esta temática. Su postura además es ambivalente: para algunos sectores de este movimiento la pornografía y algunas  prácticas parafílicas son consideradas una vulneración de las mujeres. Para otros sectores la pornografía en sí misma no es algo negativo, es más, tratan de difundir su consumo entre las mujeres, incluso ciertas prácticas parafílicas constituyen para ellas una forma de liberación de la conceptualización del sexo obra de una sociedad patriarcal. Por otro lado, aunque en un plano más secundario, está la cuestión económica: dado que es un fenómeno pujante, sus beneficios aumentan, lo cual abre la cuestión de si la pornografía es un nuevo nicho de mercado y por qué.

OBJETIVOS
El objetivo general de esta investigación es contextualizar lo más posible el fenómeno de las parafilias en su manifestación a través del mundo de la pornografía. Para lograr esa comprensión del fenómeno en su contexto social, como se dijo arriba, reconceptualizaremos el fenómeno en sí, tratándolo no como problema sino como la manifestación de un hecho social acorde con el contexto donde aparece.
Entre los objetivos más específicos se encuentran:
     - Esclarecer la controversia sobre si la raíz de los comportamientos parafílicos tiene más de biológico-antropológico o si, en ella, tiene más peso el componente cultural. O, hasta qué punto tiene peso uno u otro componente.
     - Identificar la genealogía del fenómeno parafílico o, mejor dicho, de las distintas prácticas parafílicas: si se han venido produciendo o no, en qué contextos o sectores sociales, cómo cambian a raíz de su introducción en el mundo de la postpornografía,...
     - Determinar con más precisión qué perfiles son más proclives a consumir este tipo de productos y contra qué sectores puede atentar este tipo de prácticas.
     - Delimitar qué prácticas parafílicas pueden ser o no catalogadas como desviadas o perniciosas desde distintas perspectivas.
     - Descubrir qué papel juegan las parafilias dentro de la postpornografía, es decir, ¿son una reivindicación femenina de libertad donde ellas definen qué prácticas llevar a cabo, donde ellas eligen con qué excitarse,...?; o, por el contrario, ¿son un ataque hacia comportamientos sexuales que tienen su origen en el imaginario dominante de la pornografía, el imaginario del heteronormativismo? Cuando hablamos de heteronormativismo nos referimos al modelo que rige en la representación pornográfica convencional, tanto heterosexual como mainstream (trátese de porno gay, lésbico,...), esto es, un modelo donde, como señala Beatriz Preciado (2008), rige la estabilidad del pene como significante sexual.

           HIPÓTESIS
     - Nuestras hipótesis giran en torno a que el consumo de prácticas parafílicas a través del postporno es, ante todo, una cuestión cultural, más que biológica, pese a que puedan existir cuestiones biológicas subyacentes, pero potenciadas más o menos según el contexto estructural y cultural.
     - Por otro lado, creemos que se trata de un tipo de prácticas que han existido a lo largo de la historia, pero circunscritas exclusivamente a determinados sectores sociales; no obstante, en su desarrollo como postpornografía no negamos la constitución de un nuevo fenómeno, en cierto modo autónomo,de la práctica de esos comportamientos parafílicos llevados a cabo realmente.
     - En cuanto a qué sectores consumen más este tipo de prácticas, planteamos que las viejas conceptualizaciones no recogen realmente el alcance del fenómeno, reduciéndolo a respuestas simplistas del tipo: aquellas personas víctimas de desviaciones, sólo los varones,... Creemos que es necesario ver con más detalle esta cuestión sobre la cual no nos atrevemos a afirma aún nada más.
     - En cuánto a qué prácticas pueden ser desviadas o no, los distintos contextos culturales en su evolución histórica han demostrado que lo que unos definen como desviado no lo es así en otros contextos. No obstante, esto no debe llevarnos al más absoluto relativismo y tolerancia de cualquier práctica. Creemos que, pese a todo, es posible establecer cierta división entre lo que es aceptable y lo que no lo es, desde el punto de vista de un diálogo inter-cultural y horizontal.
     - Con respecto al quinto objetivo, nuestra hipótesis es que el fenómeno del postporno, como algunas de sus manifestaciones en forma de pornoterrorismo, no es exclusivamente una crítica a los comportamientos heteronormativos, tachados por el feminismo de discriminatorios, humillantes, simbólicamente violentos para las mujeres (y para todos aquéllos que no son varones heterosexuales),... sino que encierra una reivindicación más profunda donde la mujer lo que demanda es su liberación sexual, por tanto, el derecho a llevar a cabo las prácticas que a ella le apetezca y el poder definirse con esas prácticas más allá de los conceptos convencionales basados en el sexo, el género y la orientación sexual.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Fuentes

1) Artículos de prensa:
2) Libros electrónicos:
3) Artículos científicos:
4) Vídeos:
5) Bibliografía para la parte metodológica:
  • Guber, R. (2011). La etnografía. Método, campo y reflexibidad. Madrid: Siglo XXI.
  • Krueger, R.A. (1991). El grupo de discusión. Madrid: Pirámide.
  • Valles, M.S. (2000). Técnicas cualitativas de investigación social. Madrid: Síntesis.
6) Bibliografía para las conclusiones:

  • Baudrillard, J. (1983). Las estrategias fatales. Barcelona: Anagrama.
  • Bourdieu, P. (1988). La distinción: criterios y bases sociales del gusto. Madrid: Taurus.
  • Giménez Gatto, F. (2008). Postpornografía. Estudios Visuales, 5, 95-105. 
  • Holmes, B. (2002). La personalidad flexible: hacia una nueva crítica cultural. Biblioteca YP.


7) Blogs relacionados: