jueves, 18 de octubre de 2012

¿Porno-terrorismo o vídeo-arte?


Desde el advenimiento de Internet, el mundo de la pornografía ha experimentado una extensión sin precedentes. Ya previamente tuvo lugar una primera oleada de este fenómeno con la aparición y difusión de las primeras tecnologías de la imagen (fotografía, vídeo, televisión,...) que permitieron, por primera vez en la historia, el poder disociar la visualización de la práctica de sexo de su realización física en el mismo instante. Hasta la aparición de las tecnologías de la imagen, resultaba imposible desvincular la realización de una práctica sexual de su recepción por parte de los propios practicantes o de terceros. Las tecnologías permitieron esa escisión que, con la aparición de Internet, aumentó su difusión hasta el punto de lograr un carácter ubicuo: potencialmente el sexo aparece allí donde haya una pantalla y conexión a la red.

Por parafilias se entienden "patrones sociales de comportamiento sexual"; se trata de un término históricamente asociado a lo que se ha venido denominando "patrones desviados" o sencillamente "desviaciones sexuales", esto es: voyeurismo, fetichismo, sadomasoquismo, zoofilia, etc. Un término, el de desviación, cargado inherentemente de una tono peyorativo, que "parafilia" trata de eliminar. El problema que supondría enfocar el fenómeno desde la perspectiva de la desviación es que dicho fenómeno sería apriorísticamente entendido como un problema, lo cual constituye para nosotros una gran limitación. Ante eso, hemos optado por abordar la cuestión desde el concepto de parafilia precisamente para hacerlo de la manera más neutra, sin considerar esos patrones sexuales mencionados, por sí mismo, como una desviación o problema.

El concepto de postporno rompe con la pornografía tradicional-convencional. Se trata de un término que no hace referencia tanto a un fenómeno como a un movimiento reivindicativo que tiene sus raíces en una vertiente del feminismo. Hacia finales de los años 70 del s. XX, existía un rechazo más o menos generalizado por parte del feminismo hacia el fenómeno de la pornografía, el cual era considerado una extensión más del patriarcado y del discurso heterosexista dominante, un fenómeno de una enorme “violencia simbólica”. Robin Morgan afirmó que “la pornografía es la teoría, la violación es la práctica” (citado en Rubio, 2007a); desde el movimiento se busca la censura de un fenómeno que consideran discriminatorio para ellas.

Esta visión dominante resulta contestada desde dentro del propio movimiento por otros sectores que llevan a cabo una reinterpretación del fenómeno pornográfico. Beatriz Preciado (2008) afirma contestando al feminismo de corte marxista clásico que el mejor antídoto contra la pornografía no es la censura sino las representaciones alternativas de la sexualidad. El postporno, por tanto, constituye ante todo una reconceptualización del fenómeno pornográfico con una crítica subversiva implícita. María Llopis (véase su blog) sostiene que “post-porno consiste en la representación de las sexualidades alternativas, es salirse de la industria”. Como vemos, se trata de una nueva estética feminista y subversiva que elabora creaciones donde se aborda la sexualidad de un nuevo modo. En todas esas creaciones subyace un discurso que trata de romper con el discurso hegemónico de representación de la sexualidad, el discurso “heteronormativo”. Este discurso, como resulta observable, conserva la esencia del feminismo clásico, la idea de que “lo personal es político”. Aquí adjuntamos una de esas creaciones donde podemos observar qué es el postporno:


Una vez dicho, nuestra pretensión antes de seguir adelante es articular los dos conceptos sobre los que se sostiene nuestro blogg: parafilias y postporno. Como hemos podido ya observar en el vídeo Oh-Kaña, muchas de las prácticas que son consideradas parafílicas son reproducidas por las manifestaciones postpornográficas, no obstante, a diferencia de las reproduciones pornográficas convencionales donde tienen como fin la excitación, éstas aparecen bajo una óptica y con una intencionalidad diferente:




El equipo que va a llevar a cabo la investigación estará compuesto por tres alumnos de Sociología (Carolina, Raúl y José Luis) con un objetivo de corte kantiano-iluminista: esclarecer, arrojar luz, sobre un fenómeno en penumbra. Contamos con una serie de perspectivas diferentes desde las que abordar el fenómeno y que intentaremos conciliar para lograr conclusiones más sólidas. Entre dichos enfoques están: uno más materialista y focalizado en la relación del fenómeno con el contexto infraestructural en donde se enmarca; otro analizará el fenómeno como hecho cultural, en su evolución propia, entendido como un fenómeno que cuenta con cierta autonomía; un tercer enfoque lo abordará desde una perspectiva más empírica, basada en la observación, análisis-síntesis y comparación con las teorías explotadas en los otros dos enfoques. Así planteado, el trabajo se dividirá dependiendo de las capacidades y del bagaje de cada componente, explotando las habilidades de cada uno del modo más eficiente.

DESCRIPCIÓN Y JUSTIFICACIÓN
Como venimos diciendo, las tecnologías de la imagen en general, e Internet en particular, han supuesto la constitución de la base material sobre la que las prácticas parafílicas se han desarrollado y extendido de una manera substancial. Esta cuestión suscita no pocas preguntas: en primer lugar, ¿a qué responde esa extensión? Obviamente, si aparece una oferta de este tipo de producto es porque existe una demanda previa del mismo pero, ¿a qué responde esa demanda?, ¿se trata de una necesidad humana, biológica, antropológica o, por el contrario, su difusión es fruto de la consolidación de lo que Rifkin en su obra La era del acceso denomina "hombre proteico", esto es, un hombre postmoderno más concentrado en la acumulación de experiencias que de bienes? En definitiva, ¿esa visualización de prácticas parafílicas es propia de un tipo concreto de hombre como constructo cultural que exclusivamente tiene cabida en la sociedad de consumo, o se trata de una pulsión humana mucho más profunda? Por otro lado, ¿son todas las parafilias conductas aceptables?, ¿son todas ellas desviadas?,... ¿Dónde comienzan aquellas aceptables y dónde terminan aquéllas que pueden ser potencialmente condenadas? Éstos constituyen algunos de los dilemas a que trataremos de dar respuestas en esta investigación.

Aunque en nuestro caso concreto se aborde como fenómeno, la pornografía lleva constituyendo una problemática en sí misma, como cualquier fenómeno vinculado a la sexualidad humana, desde tiempos remotos en tanto que se ven involucradas cuestiones tanto morales como religiosas. Objeto de debate, polémica, vulneración de derechos,... el porno difícilmente ha pasado alguna vez desapercibido. El feminismo es uno de los movimientos más involucrados en esta temática. Su postura además es ambivalente: para algunos sectores de este movimiento la pornografía y algunas  prácticas parafílicas son consideradas una vulneración de las mujeres. Para otros sectores la pornografía en sí misma no es algo negativo, es más, tratan de difundir su consumo entre las mujeres, incluso ciertas prácticas parafílicas constituyen para ellas una forma de liberación de la conceptualización del sexo obra de una sociedad patriarcal. Por otro lado, aunque en un plano más secundario, está la cuestión económica: dado que es un fenómeno pujante, sus beneficios aumentan, lo cual abre la cuestión de si la pornografía es un nuevo nicho de mercado y por qué.

OBJETIVOS
El objetivo general de esta investigación es contextualizar lo más posible el fenómeno de las parafilias en su manifestación a través del mundo de la pornografía. Para lograr esa comprensión del fenómeno en su contexto social, como se dijo arriba, reconceptualizaremos el fenómeno en sí, tratándolo no como problema sino como la manifestación de un hecho social acorde con el contexto donde aparece.
Entre los objetivos más específicos se encuentran:
     - Esclarecer la controversia sobre si la raíz de los comportamientos parafílicos tiene más de biológico-antropológico o si, en ella, tiene más peso el componente cultural. O, hasta qué punto tiene peso uno u otro componente.
     - Identificar la genealogía del fenómeno parafílico o, mejor dicho, de las distintas prácticas parafílicas: si se han venido produciendo o no, en qué contextos o sectores sociales, cómo cambian a raíz de su introducción en el mundo de la postpornografía,...
     - Determinar con más precisión qué perfiles son más proclives a consumir este tipo de productos y contra qué sectores puede atentar este tipo de prácticas.
     - Delimitar qué prácticas parafílicas pueden ser o no catalogadas como desviadas o perniciosas desde distintas perspectivas.
     - Descubrir qué papel juegan las parafilias dentro de la postpornografía, es decir, ¿son una reivindicación femenina de libertad donde ellas definen qué prácticas llevar a cabo, donde ellas eligen con qué excitarse,...?; o, por el contrario, ¿son un ataque hacia comportamientos sexuales que tienen su origen en el imaginario dominante de la pornografía, el imaginario del heteronormativismo? Cuando hablamos de heteronormativismo nos referimos al modelo que rige en la representación pornográfica convencional, tanto heterosexual como mainstream (trátese de porno gay, lésbico,...), esto es, un modelo donde, como señala Beatriz Preciado (2008), rige la estabilidad del pene como significante sexual.

           HIPÓTESIS
     - Nuestras hipótesis giran en torno a que el consumo de prácticas parafílicas a través del postporno es, ante todo, una cuestión cultural, más que biológica, pese a que puedan existir cuestiones biológicas subyacentes, pero potenciadas más o menos según el contexto estructural y cultural.
     - Por otro lado, creemos que se trata de un tipo de prácticas que han existido a lo largo de la historia, pero circunscritas exclusivamente a determinados sectores sociales; no obstante, en su desarrollo como postpornografía no negamos la constitución de un nuevo fenómeno, en cierto modo autónomo,de la práctica de esos comportamientos parafílicos llevados a cabo realmente.
     - En cuanto a qué sectores consumen más este tipo de prácticas, planteamos que las viejas conceptualizaciones no recogen realmente el alcance del fenómeno, reduciéndolo a respuestas simplistas del tipo: aquellas personas víctimas de desviaciones, sólo los varones,... Creemos que es necesario ver con más detalle esta cuestión sobre la cual no nos atrevemos a afirma aún nada más.
     - En cuánto a qué prácticas pueden ser desviadas o no, los distintos contextos culturales en su evolución histórica han demostrado que lo que unos definen como desviado no lo es así en otros contextos. No obstante, esto no debe llevarnos al más absoluto relativismo y tolerancia de cualquier práctica. Creemos que, pese a todo, es posible establecer cierta división entre lo que es aceptable y lo que no lo es, desde el punto de vista de un diálogo inter-cultural y horizontal.
     - Con respecto al quinto objetivo, nuestra hipótesis es que el fenómeno del postporno, como algunas de sus manifestaciones en forma de pornoterrorismo, no es exclusivamente una crítica a los comportamientos heteronormativos, tachados por el feminismo de discriminatorios, humillantes, simbólicamente violentos para las mujeres (y para todos aquéllos que no son varones heterosexuales),... sino que encierra una reivindicación más profunda donde la mujer lo que demanda es su liberación sexual, por tanto, el derecho a llevar a cabo las prácticas que a ella le apetezca y el poder definirse con esas prácticas más allá de los conceptos convencionales basados en el sexo, el género y la orientación sexual.

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