viernes, 23 de noviembre de 2012

Proyección empírica

     Para llevar a cabo nuestra investigación empírica, hemos planteado un proyecto sistemático compuesto por varias fases:
     1. La primera fase consistirá en una búsqueda exhaustiva por parte de los miembros del grupo de distintos materiales audiovisuales (cine, vídeos, entrevistas a teóricas de la postpornografía y del pornoterrorismo,...). Creemos que, para ilustrar la teoría y poder llegar a conclusiones más fiables era imprescindible encontrar productos que llevan a la práctica los postulados recogidos en las teorías mencionadas en las fases previas. Concretamente, entre las películas que tenemos previsto ver hemos ido seleccionando algunos títulos desde clásicos como Saló o los 120 días de Sodoma (1975), hasta películas recientes o relativamente recientes como Baise-Moi (Fóllame) (2000), Oldboy (2003), Vagina Dentata (2007), etc.

     2. A continuación, y en relación con esta primera parte, nos disponemos llevar a cabo un coloquio-debate abierto donde seleccionaremos a los participantes (informantes) en función de sus distintos backgrounds y en función de su relación desde distintos ángulos con la temática planteada. Debido a la transversalidad del tema (cuestiones de género, feminismo, sexualidad, arte,...) proyectamos el coloquio precedido de una pequeña introducción a la temática empleando para ello parte del material visual recogido en la fase anterior (proyección de algún fragmento de vídeo) junto con una revisión o introducción de una pequeña reseña de las ideas que enmarcan la teoría del postporno. Tras esto abriremos el coloquio, que será recogido en vídeo con la finalidad de poder analizarse posteriormente e incluirse en el material del blog. La finalidad del coloquio sería la ampliación de contenidos así como la matización desde distintos puntos de vista que pueden ayudarnos al mejor entendimiento o interpretación que del fenómenos objeto de estudio pueda hacerse.

     Preevemos contar para el coloquio-debate con 3 ó 4 personas procedentes de distintos ámbitos:
- un representante de la teoría queer (para lo que estamos en contacto con la asociación LGTB, Conjuntos Difusos, más concretamente con Kim Pérez).
- Liván Soto, estudiante de doctorado con una tesis sobre Derecho y Género (Facultad de Derecho).
- una representante del activismo feminista (para ello estamos en contacto con Rosa Medina).
- un representante del mundo del teatro (para ello estamos en contacto con Gracia Morales, directora de la compañía Remiendo Teatro).
- un representante del mundo del arte (para ello estamos en contacto con Alfonso Masó).
     En cuanto al lugar y fecha del encuentro está previsto que sea en el Aula-Seminario de la Biblioteca del Politécnico (ETSI de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos) el martes, día 18 de diciembre. Sobre el tiempo previsto, estimamos que dure en torno a dos horas aproximadamente.

     Sobre la justificación del procedimiento de recogida de datos, hemos decidido atenernos a algunas de las recomendaciones de Valles (2000) y Krueger (1991). En cuanto a la selección de los participantes en el coloquio, hemos tomado como criterio el "de excelencia" (Valles, 2000: 212), esto es, hemos decidido prescindir de la representatividad estadística de los individuos seleccionados y optado por elegir a los individuos por ser representantes de situaciones puntuales. En este sentido, la seleccion de los participantes atiende a nuestra consideración del postporno como un fenómeno trasversal. En primer lugar, creemos que es imprescindible la participación en el debate de un representante del mundo del feminismo ya que el propio movimiento del postporno se considera una rama escindida del feminismo convencional, con una forma de enfocar la opresión femenina desde una óptica diferente. En cuanto al representante de la teoría queer, su elección se ha realizado por su relación directa con el cuestionamiento de las etiquetas de género que el movimiento del postporno pone en escena. En cuanto a los representantes del mundo del teatro y del arte, creemos que las manifestaciones postporno, como dijimos en fases anteriores, tienen un alto componente performativo y simbólico (véase el vídeo Oh-Kaña) que éstos pueden ayudar a descifrar. Finalmente, la elección de Liván Soto se debe a que pensamos que puede contribuir aportando una análisis de corte más formal, desde el punto de vista que el derecho enfoca el tema de las parafilias, el género, la pornografía,...
     En cuanto a la técnica en sí, que hemos llamado coloquio-debate, se trataría de un derivado del grupo de discusión o entrevista grupal descrita por Krueger (1991), es decir, reúne en torno a una mesa a un grupo de personas para que discutan acerca de un tema con el fin de obtener una información que pueda surgir de la espontaneidad de los participantes. Según este autor, se trata de un "procedimiento muy apropiado cuando el objetivo es explicar cómo percibe la gente una experiencia, una idea o un hecho". Toda esta esencia del grupo de discusión creo que la recoge nuestra variante, la única cosa que aportaría además es que, al introducir en torno al debate un grupo de personas ajenas a los invitados, éstos pueden formular preguntas que nosotros, por nuestro enfoque quizá podamos obviar o no tener en cuenta. Creemos que este formato es óptimo para un tema con tantas aristas y que puede dar cabida a tantas preguntas e interpretaciones.

     Sobre el guión de cuestiones que se van a formular, rechazamos en principio formular una serie de preguntas estandarizadas pre-programadas con un carácter cerrado. Creemos que afrontar el debate con esta actitud puede permitir el obtener una gran riqueza informativa que, de otra forma, podría pasar desapercibida para nosotros. Se trata, en definitiva, de dar la palabra más que de formular preguntas, es decir, que sean los miembros del debate quienes planteen las cuestiones que ellos categoricen como prioridad, una forma cercana al planteamiento que adopta la entrevista etnográfica (Guber, 2011). Con eso y con todo, planteamos construir un pequeño bosquejo donde se incluyan las preguntas en relación a los objetivos planteados en esta investigación, esto es, un "esquema de tópicos" (Valles, 2000). Esto creemos que es fundamental, no estructurarlo sino dejarlo como simple esquema ya que trataremos en todo lo posible que sea la propia lógica comunicativa de cada discurso la que dé forma al orden en que los temas aparezcan.

CRONOGRAMA:
- Días 7 a 14 de diciembre: visualización y selección del material audiovisual.
- Días 14 a 21 de diciembre: preparación del material, del "criterio de excelencia" y del "esquema de tópicos" y del coloquio-debate como tal.
- Día 15 de enero: celebración del debate-coloquio.
- Entre los días 21 y 24: se colgará el vídeo del debate en el blog y los miembros del grupo discutiremos algunos de los puntos tratados en el mismo. Analizaríamos, entre otras cosas, si es necesario o no recoger más material.
- Período de exámenes: transcripción y posterior análisis hermenéutico de la información y redacción de la conclusiones de la investigación.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Marco teórico

            Más que presentar distintas teorías sobre la cuestión, lo que vamos a llevar a cabo es un breve repaso transversal por algunas de las aportaciones que han hecho distintos autores/as y que pueden conectar de una forma más o menos directa con nuestra temática.

            El postporno, de la mano del pornoterrorismo, es una manifestación virtual-artística donde se recogen explícitamente elementos pornográficos, pero que no tienen una finalidad excitatoria-masturbatoria análoga a la de la pornografía convencional. Frente a esta última, cuyo fin es despertar el deseo sexual de los receptores, empleando para ello una artificiosidad generadora de plusvalía, el postporno bebe en gran medida de las teorías feminista y queer, de modo que, lo que se plantea con estas manifestaciones es una reivindicación, sobre todo, social y política en donde confluyen de manera trasversal cuestiones de género, sexo, orientación sexual e, incluso, de clase. En consonancia con esto, se invierte la lógica misma de la pornografía en tanto que producto de consumo cultural ya que en este fenómeno prima la excitación de los actores-emisores sobre la excitación de los propios receptores.

            Entre los prolegómenos de esta corriente más cercanos a la sociología destacamos especialmente dos: Michel Foucault y Gilles Deleuze.
   - Lo que Foucault recogió fue una condena a la consideración simplificadora y normativa de prácticas sexuales (legítimas), donde sólo se incluyen aquéllas que son reproductoras, tachando, por tanto, de desviadas a cualquier otras:“¿Acaso la puesta en discurso del sexo no está dirigida a la tarea de expulsar de la realidad las formas de sexualidad no sometidas a la economía estricta de la reproducción: decir no a las actividades infecundas, proscribir los placeres periféricos, reducir o excluir las prácticas que no tienen la generación como fin?” (Foucault, 2006: 37). Foucault fue, por decirlo así, quien tiró la primera piedra al régimen heteronormativo poniendo al descubierto que la heterosexualidad no es más que una construcción histórica y cultural concreta, la cual conlleva, a su vez, una fortísima sujeción política y un control económico, tanto sobre la mujer como sobre las orientaciones e identidades sexuales “periféricas”.
   - Deleuze (1992), por su parte, lo que hace en su influyente artículo indirectamente es incitar al empleo de nuevas armas con las que hacer frente a las nuevas sociedades de control, sociedades diferentes de las sociedades disciplinarias descritas en la obra foucaultiana. En cierto sentido, el postporno y el pornoterrorismo se definen como eso, nuevas armas farmacopornopolíticas.

Dicho esto, para ver con mayor claridad qué lugar ocupa el postporno en nuestras sociedades, la obra de Beatriz Preciado (2008) constituye, a nuestro parecer, la mejor teorización. Según esta autora, el mundo de la pornografía (al igual que el mundo de la guerra, el de la prostitución o el de la droga) es el mejor contexto a partir del cual comprender el modelo capitalista postfordista hegemónico. En cierto sentido, todos ellos constituyen el reverso de la moneda, la parte underground de un sistema cuya cara la constituye el tradicional mundo del trabajo, un mundo, por cierto, cada vez más pornificado (las condiciones laborales cada vez más se desplazan hacia las que tradicionalmente han tenido y siguen teniendo las prostitutas, los actores porno, etc.).
Dicho esto, esta autora realiza una inquietante estratificación social muy distinta de las tradicionales, basadas en la clase, el estatus,… Frente a las autoras feministas, defensoras de la existencia de una sociedad escindida en función del género, lo que Preciado defiende es que la sociedad se constituye en dos grandes “clases”: aquellos que son cuerpos potencialmente penetrables (que ocuparían la posición subordinada), y aquéllos que son penetradores universales. La escisión entre uno y otro grupo no es una cuestión de género, ni siquiera es una cuestión biológica ya que tanto hombres como mujeres pueden ser igualmente penetradores que penetrables. Así, según Preciado, y como crítica a los movimientos feministas tradicionales, las mujeres occidentales blancas de clase media no ocuparían actualmente la posición de penetrables, sino que esta posición queda reservada para, por ejemplo, los migrantes ilegales, independientemente de su sexo u orientación; para los transexuales; para las prostitutas y chaperos,... Éstos y otros son los que ocupan la posición de “anos universales” de un sistema que demanda plusvalía en forma de economía sexual. Tradicionalmente es cierto que han sido las mujeres las encargadas de mantener la polla erecta del mundo, dice Preciado, pero eso no necesariamente tiene por qué seguir siendo así.
El dominante, por tanto, no es otro que quien posee el falo, el que penetra, y eso se refleja claramente en la pornografía tradicional, una pornografía destinada tradicionalmente a hombres heterosexuales, que eran quienes han ocupado a lo largo de la historia esa posición dominante. Ahora cada vez más, el contenido se diversifica en forma de porno gay, porno lésbico, porno trans,… no obstante, un porno que siempre está dirigido al potencialmente penetrador, nunca al penetrable, de modo que todas aquellos elementos y sujetos que no encajen en los moldes de su atracción quedan relegados, cosa que trata de poner de manifiesto el postporno.

"Mi sexualidad es una creación artística":



En este contexto general descrito por Beatriz Preciado, ¿qué lugar ocuparía entonces el postporno? Tanto el postporno, como el pornoterrorismo que coloca dicha teoría en acciones en vivo y en directo, son una encarnación en la práctica de estas conceptualizaciones: un intento de cambio de las normas, reinventando la resignación, a través de performances, acciones callejeras y escritos que alteran la percepción de la pornografía y el terror, como producción de incomodidad frente al régimen farmacopornográfico. Se considera que éste reprime la capacidad de expresión, y se utilizan armas como el lenguaje obsceno que transgrede la norma mediante una lectura y crítica de los parámetros del DMS-IV, donde se realizan comportamientos considerados como desorden medicalizable, pero que origina la posibilidad de cambio radical a través de pequeñas acciones enmarcadas bajo la teoría del caos (Torres, 2011).

Volviendo a la conceptualización construida por Preciado, las acciones postpornográficas y pornoterroristas cumplen la misión de dejar al descubierto la artificiosidad del entramado de las relaciones de poder fruto de una experiencia histórico-cultural en concreto, comenzando por dejar al descubierto el propio carácter performativo de la pornografía en sí misma. Así, si observamos cualquier manifestación postpornográfica nos damos cuenta de que toda ella está llena de elementos parafílicos que nos hacen tener presente en todo momento la artificiosidad (en tanto que construcción cultural) de la pornografía, y también de las relaciones entre géneros, orientaciones, identidades sexuales, etc. La postpornografía, al contrario que el porno tradicional, deja explícito en todo momento su carácter articial-performativo.

Ya para finalizar, y enlazando con la demanda del postporno de emplear libremente cualquier elemento sexual como forma de emancipación sexual, Itziar Ziga (2011) hace hincapié en extender esa misma demanda al uso que del propio cuerpo se quiera hacer, incluida su comercialización, y es que como defiende esta autora el sexo es placer y toda mujer tiene el derecho de decidir cómo utilizar su cuerpo, empleándolo cuando quiera y como quiera. Beatriz Espejo, en su Manifiesto Puta lo que defiende es que: “es más sano cobrar por sexo al patriarcado que regalar tu cuerpo y que encima te consideren puta. Nosotras somos putas, nos gusta y nos da la gana ser putas, y no aceptamos el estigma ni las persecuciones de género” (en Hasta La Limusina Siempre: http://hastalalimusinasiempre.blogspot.com.es/).

Estudios recientes

     A continuación presentamos dos estudios actuales sobre el tema.  Las teorías presentadas en dichos estudios, han de ser entendidas como una resistencia al poder y a las construcciones típicas de sexualidad y pornografía de las teorías feministas anteriores a la postmodernidad, las cuales hemos mencionado y aclarado en el marco teórico.

- Prada, N. (2012).Todas las Caperucitas rojas se vuelven lobas en la práctica pornográfica. Cuadernos Pagu, 38.

     Trata de la crítica a la pornografía desarrollada por las teorías feministas precedentes a la posmodernidad, de la evolución del objeto de estudio y de las diferentes vertientes que la teoría feminista ha derivado en estas tres últimas décadas. El autor marca dos posturas primordiales dentro de las diferentes teorías feministas a la hora de tratar el tema de la pornografía; antipornografía y pro-sex.
     La segunda postura, pro-sex, es la que adquiere el protagonismo del artículo. Ésta nace para eliminar los sesgos androcéntricos del discurso pornográfico, y para derrocar el sujeto político del feminismo “mujer” (blanca, hetereosexual, clase media y sumisa), y dar paso a un nuevo sujeto; “las mujeres” (diversidad de mujeres, márgenes de clase, etc). Autoras como Raquel Osborne y Dolores Juliano, asumen esta postura, con tal fin, y para ello deciden apoyar la pornografía con fines adicionales a la masturbación.

     Las nuevas corrientes feministas, nacen con el objetivo de desmantelar los dispositivos políticos que producen las diferencias de clase, de raza, género y sexualidad (Preciado, 2007). La autora del artículo, señala que las posturas del feminismo clásico, se vinculan a la derecha, ya que se apoyan en las formulaciones de una ley antipornografía, llenas de conceptos vagos: "escenarios de degradación", "envilecimiento", "invitar a la penetración", "objeto sexual", etc. El principal argumento de esta, en contra de la Ley Antipornografía es que no constituye una herramienta útil para el fin de la emancipación de las mujeres.
- García del Castillo, A. (2011). Asalto al poder en el porno. Apropiación y empoderamiento en las narraciones pornográficas. Icono 14, A9/Esp, 361-377. 
     Se centra en definir la labor de la postpornografía, revisando la historia del porno, desde una postura post-feminista, desmantelando las clásicas formas de construcción social de la sexualidad y de la pornografía.
     Objetivos. Su investigación tiene por objetivo principal la delimitación de las acciones de empoderamiento, y el análisis de las funciones de los personajes dentro de la narrativa postpornográfica desde un punto de vista crítico. Para este análisis, fundamentalmente se basa en el estudio de la semiótica de las narraciones postpornográficas.
     Metodología. Comienza explicando la forma de actuación de las apropiaciones y el empoderamiento dentro de la postpornografía, para analizar aquellas situaciones en que las dinámicas de empoderamiento aparecen dentro de la historia en las narraciones postpornográficas. A continuación realiza un contraste entre el confrontación de los modelos clásicos con las formas pornográficas postmodernas. Por último, se ahondará en el modo de aplicación al análisis de narraciones postpornográficas precisas.

     Podríamos concluir que ambos estudios se centran en el contraste entre las dos corrientes feministas, fundamentalmente analiza los cambios acaecidos en el seno de los movimientos feministas en los años setenta y ochenta. Estos estudios prestan mayor atención al surgimiento de las corrientes contestatarias que apuestan en contra de la limitación dicotómica de los géneros, considerada como una barrera para la teoría feminista.

Marco legislativo y algo de historia

La temática del porno tiene una legislación ambigua. No existe una línea legislativa común a nivel mundial, incluso europeo, que regule la compra, posesión, distribución,... de porno de manera unívoca. El único aspecto que sí que parece tener un cierto correlato inequívoco a nivel de casi todos los países es la ilegalidad, prohibición y condena de la pornografía infantil. En el resto de aspectos, el abanico de posibilidades se amplía substancialmente.


En verde, países donde la pornografía es legal; en amarillo, donde es legal bajo ciertas restricciones y, en rojo, donde es ilegal.
Limitándonos al contexto europeo, y por poner algunos ejemplos, la legislación alemana es muy restrictiva con la pornografía hardcore, especialmente en lo tocante a su distribución entre y acceso a menores de 18 años. Además también prohíbe el que en su territorio se produzca o distribuya pornografía que incluya violencia o bestialidad, aunque sí que es legal su posesión.
En la mayoría de países la venta de porno se prohíbe a menores de 18 años (aquí está incluido el caso de España), para todo tipo de porno. Las legislaciones francesa y neerlandesa son más laxas y permiten el acceso y compra de pornografía softcore a partir de los 16 años, aunque para porno hardcore la venta se limita a mayores de 18. Finlandia todavía baja un poco más la edad permitiendo legalmente la venta de porno a mayores de 15 años.
Donde las leyes son más restrictivas es entre los países del antiguo bloque soviético: Lituania, por ejemplo, prohíbe la distribución comercial de material pornográfico así como su adquisición. Tanto en Bielorrusia como en Ucrania el porno es ilegal: desde su producción, distribución o venta, hasta su adquisición o posesión, bajo penas que alcanzan los 3 y 4 años de cárcel.
Obviamente, la legislación de ningún país hace una distinción entre “porno convencional” y “postporno”, incluyendo sencillamente todo material virtual donde se explicite el acto sexual en la primera categoría, independientemente de la finalidad del mismo.

En cuanto a la cuestión de las parafilias, lo más importante es destacar que la disciplina que hasta ahora ha monopolizado (y lo sigue haciendo) la potestad para determinar qué constituye una desviación sexual y qué no, es la psicología clínica. Así, por ejemplo, la Asociación Americana de Psiquiatría categorízó como enfermedad mental a la homosexualidad hasta 1973. Todavía hoy, el DSM IV incluye como enfermedad la transexualidad, de modo que, cualquier persona que quiera cambiar de sexo debe ser previamente diagnosticada como enfermo de "disforia de género" para poder iniciar legalmente (allí donde lo sea) el proceso de cambio de sexo.
Relacionado con esto, nos ha parecido muy importante traer aquí un dato importante y es cómo se ha construido históricamente la cuestión de la "normalidad sexual". En este sentido, el artículo de Estelle Freedman resulta muy ilustrativo. Según esta autora (1987, 105): "Desde la década de 1930 hasta la de 1950, la psicopatía sexual proporcionó el eje para las discusiones públicas sobre normalidad y anormalidad sexual, mientras que el estado jugó un papel cada vez más importante en la definición de desviación sexual y en la prescripción de tratamientos psiquiátricos. [...] los medios de comunicación y las comisiones nacionales ayudaron a educar al público sobre ambos: los comportamientos sexuales "naturales" y "perversos"". Este fragmento resulta central en tanto que recoge perfectamente que fue la psicopatía sexual la que proporcionó el criterio con que se han definido las fronteras del comportamiento sexualmente aceptable, equiparándose así cualquier parafilia (incluso orientación sexual) a la de un psicópata sexual (fundamentalmente violadores y pedófilos).